Una de las cosas que más disfruto durante el verano, es la visita de incontables luces al pie de mi ventana, con una serenata que empieza al anochecer. A medida que las veo multiplicarse noche adentro, me gusta imaginar que son las luces de un pueblo distante, una imagen borrosa que se aclara a medida que me acerco. De manera similar, escucho esta serenata desde la distancia y me pregunto cómo sonaría si yo pudiera, por un instante, acercarme y escuchar.
Caracas, 16 al 25 de mayo | 12 al 19 de octubre, 2014